Desafortunadamente, visitamos Finca Hartmann en la temporada equivocada, a finales de septiembre, cuando no hay procesos del café. Nos atendió Aliss Hartman que nos recomendó visitar en verano, desde diciembre, cuando la finca está en movimiento y el clima esta precioso.
Turismo en Finca Hartmann
Finca Hartmann se encuentra en vía a Río Sereno a unos 35-40 minutos desde el pueblo de Volcán. Puedes hospedarte en un hotel en Volcán e ir por el día. Nosotros nos quedamos en Casa Grande Bambito. Tienen dos fincas, la principal tiene 50 hectáreas de estas 40 son para la siembra de café. En esta finca vive la familia Hartmann y tienen un museo, aparte de las instalaciones para procesar el café.
La segunda finca queda a tres kilómetros de distancia en una carretera que está en mal estado especialmente en el invierno. Se debe ir en un vehículo 4×4 y demora casi una hora. Esa finca tiene 73 hectáreas, de las cuales sólo 20 son para la siembra y el resto sirven de zona de amortización para el Parque Internacional la Amistad. Esa zona es selva virgen y no tiene senderos. Además tienen dos cabañas, una para pareja y la otra para 12 personas en dos pisos con chimenea. Están completamente equipadas, sólo deben traer su comida y bebidas. Las cabañas no tienen electricidad pero si tienen agua caliente.
No ofrecen comida a aquellos que visiten Finca Hartmann al menos que sean grupos que hayan reservado por lo menos 15 días antes. Como la zona está apartada necesitan tiempo para prepararse. Le piden a sus visitantes que traigan comida y bebidas.
La mayoría de sus turistas son locales, americanos y canadienses, pero también llegan personas de todos lados hasta de Japón. Realmente no están enfocados en el turismo, sólo café. Por lo tanto vienen personas que quieren aprender sobre el café incluyendo proceso y campo. Los visitan extranjeros vienen a capacitarse, incluyendo compradores de Europa y Estados Unidos. Además van a otras fincas en la zona, utilizando Finca Hartmann como base.
Café amigable con las aves
La parte de naturaleza es para observadores de aves, coleccionistas de insectos con permiso, fotógrafos o personas que quieran descansar. Finca Hartmann ofrece un paraíso para los avisadores de aves. En el verano reciben aves migratorias en adición de las locales. En total suman unas 345 especies que incluyen trogones, tanagras de muchos colores, colibríes, mosqueros, tucán de castaño, entre otras.
Un estudio de Smithsonian hace años demostró que se pueden ver más aves en una finca como esa que si te vas a un bosque. Como hay más luz, las aves pueden ver mejor sus presas. Los senderos son de vehículo y se pueden seguir con facilidad ya que son de piedras y hacen lasos entre los cafetales. Las personas se van por su cuenta a ver las aves y deben traer sus binoculares. También es posible contratar un guía de Volcán.
El café Hartmann es “bird friendly” que significa que es amigable con la naturaleza. Los árboles producen frutas que los pajaritos comen y la manera como se trabaja el campo no mata a los insectos. Usan productos de línea verde y chapa para evitar los herbicidas, por lo tanto es semi-orgánico. Esto aumenta la biodiversidad y es un buen lugar para ver flora y fauna.
Café por todo el mundo
Venden café en todas partes del mundo en pequeñas cantidades. En Asia exportan a Korea, Japón, Taiwan y China. Además de Australia, Emiratos Arabes, Canada, Estados Unidos, Espana, Inglaterra, Hungría, Austria, República Checa, Rusia, Kazakhstan, entre otros. En Panamá se puede pedir y lo envían por flete o comprar en los supermercados Riba Smith.
Boot Coffee de Holanda es su principal comprador. Llevan 15 años comprándoles. Usan su café para competencias a nivel mundial. Acaban de ganar el primer premio en Europa con un geisha natural de Finca Hartmann. En el museo se pueden ver los premios.
Reciclan la cascara del café para hacer abonos y combustible para los hornos, al igual que las aguas. La cascara del café que se seca en bellota se exporta para hacer cerveza, té y chocolate.
Historia de la familia Hartmann
Aliss me cuenta que es la única hija de cinco, que es lo opuesto a mi familia, ya que somos cuatro niñas y un niño. Nos reímos un rato sobre la coincidencia y luego me siguió contado su historia. Su papá, Ratibor Hartmann Troetsch, fue el mayor de diez hijos. Su padre, Alois fue un inmigrante de la República Checa y su madre, Susana era panameña alemana.
Alois fue a Estados Unidos, luego a Colombia y terminó en Panamá. Le gustó el país y decidió quedarse. Se mudó a Chiriquí y en 1912 se convierte en el primer habitante de Hato Volcán. Compro una finca en Tizingal donde hizo ganadería, la vendió y se fue a Colorado, donde aún se ve el letrero de la finca que es una lechería. Esa finca también la vendió y se mudó más adentro.
Ratibor trabajo en el hospital Gorgas y aprendió a disecar. En el museo de Finca Hartmann se puede ver una colección de insectos y animales disecados. Casi todos son de la finca, excepto algunos que dicen Asia o Brasil que intercambio con un coleccionista. Los turistas que visitan pueden aprender sobre la historia de la familia y de la finca en este museo. Junto al mismo está un cuarto que usan para hacer las catas de café.